Jackeline Rivera ofreció jazz y bocadillos, pero no respuestas

La abultada derrota del FMLN en las elecciones legislativas y municipales tuvo como principal foco la alcaldía de San Salvador. El partido de izquierda perdió la joya de la corona, el gobierno de la capital. Nadie quiso dar una explicación.

Ilustración FACTUM/Judith Umaña


La primera escena de este relato es como estar en un velorio que intenta ser una fiesta. En el patio trasero de la casa de campaña de la candidata Jackeline Rivera todo está dispuesto para que parezca en calma, ameno. Es un patio grande con mesas de jardín, donde suena una pista con el nombre Jazz Moderno, Suave, Alegre y Contemporáneo que alguien puso en YouTube. En el centro, un grupo de periodistas se acomoda en media luna frente a un atril, mientras otras personas platican tranquilas. Otra mesa con boquitas y bebida. Al fondo, un paisaje de montañas y el cielo azul.

Después de 24 horas de silencio, en un ambiente que disimula el luto, Jackeline Rivera está preparada para aceptar su derrota.

Antes de que Rivera salga de un cuarto de su casa de campaña, donde aguarda, uno de sus representantes la anuncia, y avisa también que no va a responder ninguna pregunta. Ninguna. Dice que simplemente va a leer un mensaje.

Rivera, la candidata a alcaldesa del FMLN en San Salvador, llega sonriendo y es recibida con un aplauso largo de parte de su equipo de campaña.  Acaba de perder frente a su opositor del partido ARENA, Ernersto Muyshondt, por una diferencia de casi el doble, según los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Pero la derrota de Rivera no es solo suya, se engloba en algo peor. Los resultados electorales del día anterior, el domingo 4 de marzo, le dejaron al FMLN, su partido, uno de los peores escenarios políticos en su historia.

La candidata por el FMLN viste un traje azul con detalles plateados impecable, zapatos de tacón negros y medias. Su peinado pulcro. Tras un silencio de casi 24 horas, Rivera se para frente a las cámaras de televisión y dice que viene a dar un mensaje. En realidad, viene a leer. Toma unas páginas puestas sobre el atril y lee. Agradece a los medios de comunicación por estar presentes. Luego agradece a Dios. “Le encomendamos la candidatura a él y le dijimos: Dios, si tus tiempos son nuestros tiempos, seremos alcaldesa; y hemos escuchado la señal de Dios”, dice.

Un día antes, el día de las elecciones, a Rivera se la veía más segura. Tanto fue así que cerca de las 11 de la mañana, cuando fue a votar en el Centro Escolar Sol Millet, acompañada por representantes de su partido y una caravana de seguidores, dijo que a las 10 de la noche de ese mismo día estaría anunciando su triunfo. Pero no fue así.

Al cerrarse las urnas, a las 5 de la tarde, y después de haber visitado un centro de votación en el barrio San Jacinto, cerca del centro de San Salvador, Rivera desapareció.

Los que sí aparecieron en horas de la noche de elecciones fueron los políticos del partido ARENA, mostrándose victoriosos ante las cámaras de televisión. Su victoria, sin embargo, es cuestionable.

En unas elecciones con resultados peculiares, el ausentismo -5.1 millones  de salvadoreños podían votar-, rondó el 60 por ciento, según estimaciones preliminares del TSE. Y del 40 por ciento, aproximadamente, que participó de alguna manera, los partidos más fuertes (ARENA y FMLN) deben restar los votos a partidos más pequeños, las nulidades (cerca de doscientos mil) y las abstenciones. Es decir, solo una pequeña porción de una parte de la población votó por ARENA, y un porcentaje mucho menor por el FMLN. Un triunfo dentro de una derrota para los partidos políticos que se traduce como un “voto de castigo” para la izquierda.

Mientras que ARENA se aprovechó de vender su triunfo sobre el FMLN como un hecho histórico, el FMLN se ausentó de las cámaras. En la noche del domingo, los redondeles Masferrer y Luceiro, donde en elecciones pasadas se ha concentrado la militancia de izquierda, estaban solos; y la fiesta programada en la sede del partido conocida como “13-16” se canceló.

Por la tarde de este lunes 5 de marzo, el día después de las elecciones, el FMLN convocó a los medios de comunicación para dar su posición ante los resultados. El coordinador general del partido de izquierda, Medardo González, leyó un comunicado con cinco puntos en los que soslayó la dimensión de su derrota. La cúpula del FMLN se negó a responder preguntas de la prensa.

Al final de la conferencia, que duró cinco minutos, un grupo de periodistas, entre ellos uno de Factum, aguardó a la salida de la sede del FMLN para abordar a los líderes del partido; sin embargo, uno a uno, quienes fueron saliendo, se negaron a responder.

Tras varios minutos de espera, una empleada de comunicaciones del partido salió a conversar con los periodistas. Mientras tanto, un vigilante abrió rápidamente el portón del local para que un vehículo saliera espantado.

Jackeline Rivera, la ex candidata a la Alcaldía por San Salvador por el FMLN, durante la conferencia de prensa 24 horas después de haber finalizado las elecciones para diputados y alcaldes, aceptando la derrota en los comicios del 2018.
Foto FACTUM/ Jonathan Martínez

Una hora después, cerca de las 5 de la tarde, la candidata Jackeline Rivera se presentó en el patio trasero de su casa de campaña en medio del jazz, bocadillos y el ambiente relajado.

Ahí, Rivera reconoció su derrota y dijo que llamó al virtual ganador de la alcaldía, Ernesto Muyshondt, para felicitarlo. Al terminar de leer su discurso, se fue de prisa sin siquiera esperar a que alguien le pudiera lanzar una pregunta. Su equipo de prensa, entonces, invitó a los periodistas a degustar de los bocadillos.

Uno de los miembros del equipo de Rivera, Roberto Cañas, aceptó hablar unos minutos con los periodistas, pero se negó a profundizar sobre la derrota. “Eso háblenlo con el FMLN, pregúntenle a ellos, yo no soy del partido”, dijo Cañas,  firmante de los Acuerdos de Paz por el FMLN.

–Como parte del equipo de campaña de Jackeline, ¿no le parece mal que a los periodistas nos ofrezcan bocadillos pero no respuestas?, le preguntó un periodista de Factum a Cañas.

–No, yo no sé, debería preguntarle a ella, no me pregunte a mí– respondió él.

–Es que usted es parte del equipo.

–No, pero es que aquí la candidata es la que ha convocado a una conferencia de prensa. A ella pregúntenle.

–Es que no quiere responder preguntas, por eso…

–Bueno, pues, entonces, ¿qué le vamos a hacer?

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