Empecé a retratar el mes de septiembre de 2016 en el segundo día del mes, cuando cubrí en el Cuscatlán el partido de eliminatorias entre las selecciones de México y El Salvador. A pesar de que ganaron los mexicanos, escuchar el himno nacional, cantado por todo el estadio, es casi como estar en el desfile del 15 de septiembre.

Ese día, el 15, no empezó bien para un fotógrafo. Amaneció gris. Pero lo salvadoreños salieron, con sus familias. A los desfiles de los estudiantes, al de la Policía y al de la Fuerza Armada. El aniversario 195 de la Independencia patria según la crónica oficial.

La primera estampa fue en El Salvador del Mundo, con llovizna: un personaje ataviado con banderas azul y blanco que ofrece a los que han llegado a ver el desfile. Los ‘vendelotodo’, decía Roque Dalton, el prócer de las letras que no está en el panteón del mes cívico.

La vía pública, desde el Paseo General Escalón hasta la Alameda Roosevelt, topada de gente.

Siempre me ha parecido que en un día como este pasa que los salvadoreños hacemos un poco al lado la cotidianidad. Ni Mauricio Funes. Ni Luis Martínez. Ni siquiera los funcionarios que se esforzaban en el centro con discursos y ofrendas. Solo salvadoreños aferrados a los símbolos que la historia les ha dado como identidad. Las banderas. El himno. Y así.

Y, como suelen, los salvadoreños salieron a vivir a las calles. A pesar del tiempo. A pesar de los homicidios. A pesar de todo… a “saludar la patria orgullosos“. Ellos suelen, también, ser protagonistas de las estampas que dibujan la esperanza que aún sobrevive a la violencia de las muertes y al cinismo de los que hacen discursos. Vi y retraté, por ejemplo, a una mujer, con su hija en brazos, llorando de emoción al son de una melodía, mientras veía el desfile.

Vi también el paso de helicópteros sobre la imagen del Divino Salvador del Mundo. Estampas de El Salvador en el día de la Independencia.

Aquí la galería de las fotos que tomé…

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