España celebra una momentánea victoria sobre Cataluña

Tras declararse la independencia de Cataluña el pasado viernes 27 de octubre, el gobierno español aplicó el artículo 155 de la Constitución Española y destituyó a todo el gobierno catalán, disolvió su parlamento y convocó a elecciones el próximo 21 de diciembre en dicha región.

Foto FACTUM/Fernando de Dios


Madrid. La enorme tensión política que se había vivido durante semanas parece haberse diluido en gran parte, aunque el problema de fondo sigue tan vivo como antes de los últimos acontecimientos.

Carles Puigdemont es expresidente de Cataluña en toda España menos precisamente en Cataluña, donde aún le llaman presidente. Este martes 31 de octubre ha hablado desde Bélgica, donde viajó el lunes acompañado de varios de sus consejeros, exconsejeros en el resto de España. Durante horas se ha especulado con la posibilidad de que pidiera asilo político en ese país, aunque él mismo lo ha desmentido. Dice haber ido allí a internacionalizar el conflicto, algo que llevan intentando hacer él y muchos otros líderes independentistas, con escaso éxito, desde hace años.

La situación ahora mismo favorece mucho al gobierno español, que parece querer pasar página, como si todo estuviera resuelto, aunque está claro que no es así. Quedan por correr muchos ríos de tinta sobre Cataluña a tenor de la incapacidad y el desinterés de quienes deberían hacerlo de ponerse a trabajar para solucionar de verdad este problema.

Banderas

La sede nacional del Partido Popular, el partido que gobierna España, el partido de Mariano Rajoy, se ve hoy adornada con una gran bandera española en su fachada. La inmensa tela roja y amarilla cubre una sede que, según investigaciones policiales que forman parte de procesos judiciales en marcha, fue reformada en su momento con dinero negro procedente de una caja B en la que el partido acumulaba millones de euros en comisiones cobradas a grandes empresas concesionarias de obra pública.

La metáfora pues está servida; la bandera de España cubre hoy la corrupción del PP gracias a la crisis de Cataluña. Y no solo la corrupción, también la desigualdad, la rampante precariedad laboral, los bajos salarios y el resto de dramáticas consecuencias que la crisis económica ha dejado en la sociedad española. En realidad, cubre todo, pues hoy en España la información política gira de forma prácticamente exclusiva en torno al llamado desafío independentista.

Las banderas, los símbolos, los himnos, los cánticos (incluso algunos de origen futbolero adaptados a la ocasión) y canciones muy antiguas y muy rancias han sido protagonistas en las últimas semanas en una España que parece haber olvidado de repente todo lo que ha pasado en este país en los últimos años.

Vencedores…

Es un triunfo del PP y de Mariano Rajoy, quien personalmente encendió esta llama en 2005 realizando una recogida de firmas por toda España contra un nuevo estatuto de autonomía para Cataluña que sería aprobado un año después con un apoyo muy mayoritario tanto de los representantes políticos como de la ciudadanía de esa región. Esta recogida de firmas se vio acompañada de una campaña plagada de ofensas a Cataluña y apelaciones al ancestral odio que le tiene una parte de la población del resto del Estado, que llegó a incluir una llamada al boicot en el resto de España de los productos originarios de allí. En 2010, cuatro años después, el Tribunal Constitucional dio la razón al PP en su recurso contra ese estatuto y anuló sus avances más significativos, dando inicio a lo que se ha venido en llamar el Proceso Independentista, o simplemente, el Procés, como se dice en catalán.

Lo que se vive hoy en Cataluña y en España es, en parte, resultado de aquellas decisiones y acciones del PP y de Mariano Rajoy. Junto a él, por supuesto, hay otros muchos actores implicados, principalmente en Cataluña, pero lo que está claro es que en este momento son Rajoy y su partido los máximos beneficiados del proceso que se ha desarrollado desde entonces.

Para un líder como Rajoy y para un partido como el PP no hay situación más idílica que aquella en la que las emociones de la ciudadanía se centran en conceptos como patria, nación española o defensa de la unidad de España. Es música celestial para sus oídos. Que hoy Madrid esté más llena que nunca de banderas españolas en multitud de balcones es para ellos un sueño hecho realidad. Este es el mejor alimento para sus huestes y el estado de ánimo más propicio para sus intereses electorales. Rajoy envuelto en la bandera española siendo el salvador de la unidad de la patria es una imagen que no tiene precio para la derecha conservadora de este país.

Se han conseguido enervar y dar una enorme visibilidad, como hacía muchos años que no ocurría, a los sentimientos nacionalistas españoles, que habían estado de alguna manera contenidos desde la muerte del dictador Francisco Franco. Que esto ocurra es una gran noticia para sus herederos ideológicos y políticos.

… y vencidos

Tampoco tiene discusión que desde Barcelona se lo han puesto muy fácil a Rajoy. Se lo han dejado en bandeja declarando una independencia imposible, sin mayoría social suficiente, sin reconocimiento exterior y sin ni siquiera un plan medianamente claro de implementación del supuesto nuevo estado que se estaba alumbrando.

Hoy el gobierno de Cataluña está formalmente destituido, una parte de sus integrantes están en Bruselas intentando hacer convencer a la comunidad internacional de algo que no se va a creer y aceptando concurrir a unas elecciones autonómicas que han sido convocadas desde el gobierno del Estado del que dicen haberse independizado.

De esta manera, desde Madrid se ha hecho lo que se venía haciendo desde hace ya años, poner como estilete a fiscales y jueces para desbaratar por la vía de la ley un intento mal pertrechado y sumamente vulnerable de desafío al Estado. Poco más ha tenido que hacer Rajoy. De hecho, ha conseguido aparecer como una figura moderada al lado de otras que desde su partido y otras instancias le pedían más mano dura.

Lo cierto es que tanto Carles Puigdemont como sus consejeros se enfrentan a procesos judiciales muy serios que amenazan con llevarles a prisión más pronto que tarde. El fiscal general del Estado ha interpuesto denuncias contra todos ellos por delitos muy graves y las investigaciones de jueces y policías ya están en marcha. Con su huida a Bélgica no mejoran su situación.

Victoria clara para el gobierno español, para Rajoy y para el PP. Y es ese precisamente el regusto que queda en los paladares de aquellos que les apoyan, el dulce sabor de la victoria clara y contundente, el de haber ganado la partida a estos veleidosos catalanes que se habían atrevido a desafiar nada menos que a la nación y la Constitución Española, a la monarquía, a la bandera y a todos los españoles orgullosos de serlo. ¿Qué se habían creído, que podrían salirse de España?

Así que se propaga la idea de que el problema está resuelto y que podemos seguir con nuestras vidas. Rajoy aparece como alguien que tras hacer un duro trabajo se sacude las manos y pregunta algo así como ¿qué viene ahora?

Sin embargo, los dos millones de personas que quieren la independencia de Cataluña no se han esfumado de la noche a la mañana, con lo que no se ha hecho más que cerrar un capítulo de una historia que seguirá en desarrollo por mucho tiempo. Será tanto como el que se tarde en dialogar, en trabajar para darle una solución política mediante un acuerdo amplio y su ratificación mediante la participación de la ciudadanía en un referéndum.

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